Mateo Pérez Soto

ANTONI GAUDÍ



Su entorno y su infancia.
Un hombre, con barba, cabellos blancos, ojos muy azules y vestido con una gran sencillez, cruzaba una de las calles cercanas a la Sagrada Familia con un aire entre pensativo y enfadado. Acababa de tener una discusión con uno de los operarios que trabajaba en el templo. Como siempre, de tanto trabajo como tenía se le había hecho tarde. Nunca llevaba reloj, y cuando tenía alguna preocupación no se daba cuenta de cómo pasaba el tiempo; para él no había horario para comer ni casi para dormir.
Este hombre que se entregaba con tanta ilusión a su trabajo era Antoni Gaudí. Había nacido en Reus el 25 de junio de 1852, su padre era un calderero de un pueblo vecino llamado Riudoms. Era el más pequeño de cinco hermanos y, a pesar de que se trasladó a Barcelona muy joven, siempre fue un hombre de la tierra con un genio muy vivo, que le hizo decir poco antes de morir: <<Me lo he podido dominar casi todo, pero mi mal genio no he conseguido vencerlo jamás.>>
Ya muy joven dio muestras de su talante, puesto que en la escuela destacaba por su carácter decidido, que le hacía dedicarse plenamente a aquello que realmente le interesaba, dejando de lado todo lo que no le atraía. Por eso sus notas eran de lo más irregular y desorientaba tanto a los maestros como a sus padres, ya que nunca sabían hacia donde se inclinaría aquel chico tan decidido.

Los animales y la naturaleza.
Desde muy joven le gustaba hacer excursiones, y mientras caminaba por los campos y las montañas lo observaba todo y aprendía constantemente las lecciones que la naturaleza le ofrecía. Y así fue como intentó convertir en arquitectura lo que la vida le mostraba. Muchos seres vivos que le rodeaban los transformó en elementos decorativos.

Los estudios y sus primeros trabajos.
En el año 1873, decidido ya a ser arquitecto y con muchas ganas de estudiar, se matriculó en la Escuela Provincial de Arquitectura.
Como su padre no era rico, Antoni tenía que trabajar para pagarse los estudios. Por eso no paró, obstinado, de buscar trabajo en varios talleres de arquitectos donde, además, se podía enfrentar con unos problemas prácticos y reales que reclamaban una solución inmediata, y que le interesaban mucho más que todos los aspectos teóricos que se planteaban en la Escuela.
Cuando acabó la carrera le empezaron a encargar pequeños trabajos que él se tomaba con el mismo entusiasmo que pondría más tarde en las obras de grandes dimensiones que realizó.
Su obra: Las casas de Barcelona
Su obra se caracterizaba por su gran imaginación y por ser un gran conocedor de los oficios artesanos. Parte de su obra son los edificios de Barcelona que nombraremos a continuación:
Casa Calvet: En esta obra, por primera vez Antoni Gaudí trabajaba en una casa de vecinos, por encargo de un comerciante de tejidos.
Al ser este comerciante muy aficionado a las setas, el arquitecto hizo las barandillas y los relieves de piedra con representaciones de diferentes tipos de hongos.
Gaudí ponía tanta dedicación en la construcción de sus edificios, que en este caso incluso diseñó los muebles.
Casa Batlló: En este caso, unos fabricantes de tejidos encargaron al arquitecto la reforma de la fachada de su casa del Passeig de Gràcia, y así, la magia de Antoni Gaudí se puso en marcha.
El tejado de las buhardillas se convirtió en el lomo de un dragón, las columnas se llenaron de motivos vegetales y relieves florales, las chimeneas se fueron transformando en fantásticos elementos llenos de color, la fachada de la casa se llenó de pedacitos de cerámica y de cristales, incluso los muebles adoptaron forma de huesos humanos.
Casa Milá: Cuándo se llega cerca de la casa Milá parece que, de golpe, en medio de las casas y de los edificios, surja un acantilado. Pero no, no es una montaña urbana, sino el último edificio que construyó este arquitecto antes de encerrarse para hacer la Sagrada Familia.
Un ejército de chimeneas y ventiladores vigilan la casa desde la terraza, como si fuesen unos centinelas de piedra que imitasen las formas onduladas del humo cuando se eleva hacia el cielo.
Cripta Güell: En Santa Coloma de Cervelló, el conde Güell edificó una fábrica textil y una colonia obrera. Y Gaudí hizo la cripta de lo que debería haber sido la iglesia de la colonia.
Es la obra más incompleta del arquitecto, pero sin duda la más perfecta en construcción, original y sorprendente, de todas las que realizó.
Gaudí desvió las escaleras de la iglesia, porque ahí crecía un pino, que en aquella época ya era centenario, y le dolía mucho cortarlo.
Parque Güell: Uno de los sueños del conde Güell era hacer una gran ciudad-jardín donde las casas se mezclasen con más de un cincuenta por ciento de jardines, árboles y zonas donde los niños pudiesen jugar y los mayores pasear, leer o simplemente descansar.
Encargó este trabajo a su amigo Gaudí y éste se puso a trabajar con muchas ganas, ya que la idea le encantaba. A pesar del entusiasmo de ambos, la construcción del parque se interrumpió con la guerra y más tarde definitivamente con la muerte del conde.
Cuando alguien pasea por los caminos sinuosos que van subiendo por el monte donde se quería construir esta pequeña ciudad, es fácil imaginar lo hermosa que hubiera sido con las sesenta casas que se habían pensado. Al final, sólo se construyeron tres, una para los Güell que hoy es una escuela, otra para un abogado de Barcelona, cuya familia todavía la habita y la última para el propio Gaudí, hoy convertida en casa-museo.
La Sagrada Familia: Gaudí era un hombre profundamente religioso. Por ello cuando le hablaron del proyecto para la que tendría que ser la catedral de la nueva Barcelona, se entusiasmó tanto que, a pesar de que el edificio estaba comenzado por otro arquitecto, se hizo cargo de las obras con muchas ganas y enseguida introdujo numerosas modificaciones.
A medida que iba pasando el tiempo, pensad que empezó a trabajar en 1884, cada vez iba quedando más absorbido. Y tanta era la atracción que la obra le producía que, a partir de 1908, se dedicó a ella con toda su alma y no inició ninguna otra construcción.
Su proyecto era fabuloso: dieciocho torres debían rodear las naves con una auténtica apoteosis de pináculos y torres que, por cierto, tienen la misma estructura que las torres levantadas por los Xiquets de Valls. Además, tenían que ir acompañadas de colegios, casas, salas de reuniones…
De todo ello y en todos los años que le dedicó, sólo pudo ver edificados la cripta, el ábside y la fachada del nacimiento, que es como un inmenso pesebre, y que es tan importante que ella sola tiene el valor de todo un edificio. Durante muchos años ha sido uno de los símbolos más conocidos de Barcelona.
La muerte de Gaudí.
Antoni Gaudí, falleció el 10 de junio de 1926. Cuando salía de trabajar en la Sagrada Familia, cruzó la calle sin mucho cuidado y fue atropellado por un tranvía.
Gravemente herido, fue llevado al hospital, pero al ir vestido con ropas bastante pobres, nadie le reconoció. Cuando finalmente se supo quién era, sus amigos le propusieron llevarlo a una clínica, pero él se negó, respondiéndoles: <<mi sitio está aquí, entre los pobres>>.
La huella de Gaudí.
Gaudí hizo obras en otras ciudades, pero antes de acabar querría hablar un poco de las más destacadas para que tengáis una idea de la repercusión que tuvo su obra.

Así, puedo nombrar la villa El Capricho, situada en Comillas, Santander, en Astorga (León) hizo el Palacio Episcopal, con un estilo muy diferente del gótico; también colaboró en la restauración de la catedral de Palma de Mallorca.

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